17 de Marzo del 2009
Dos malvivientes, posiblemente contando con el apoyo lo-gístico de un tercero, asaltaron a punta de pistola la panadería «Gardoro», un tradicional negocio que desde hace años funciona en una céntrica esquina de Trelew. Durante el atraco, encañonaron e hicieron arrodillar a un cliente y redujeron a las dos muchachas que atendían el lugar, para huir después con una suma cercana a los 600 pesos en efectivo que había en la caja registradora.
El hecho ocurrió diez minutos antes de las nueve de la noche del domingo, según lo afirmó una de las víctimas, una joven que desde hace un año y medio dijo que trabajaba en la panificación y que era la primera vez que se veía involucrada en un robo a mano armada. Rieron dos los delincuentes que entraron a las instalaciones de Ameghino y avenida 9 de Julio. «Uno de ellos ingresó por detrás del mostrador y el otro apuntaba para que no nos movamos», explicó la empleada.
El atraco -que tuvo ribetes realmente dramáticos e intentó ser ocultado por las máximas autoridades de la Unidad Regional de Trelew- fue perpetrado -de acuerdo a lo que dijo haber observado la muchacha- por un sujeto mayor y un menor, ambos usando anteojos de sol. «Se llevaron toda la plata en cuestión de segundos. A los gritos nos decían que solamente querían la recaudación, que no nos iban a lastimar si no hacíamos nada, y así a los gritos nos pedían los celulares y las cosas que teníamos. Una de nosotras gritó que no teníamos nada porque estábamos trabajando, y que lo único que había era lo que estaba en la caja», contó.
Agregó después: «Tiraron al cliente al piso y lo hicieron arrodillar para que no lo vieran. Actuaron prácticamente a cara descubierta, con unos anteojos de sol, pero todo lo hicieron en cuestión de segundos», remarcó.
«Yo, de los nervios me empecé a mover -agregó- y uno me amenazó para que me quedara quieta, porque si no me iba a disparar, encañonándome con el arma. Atrás estaba mi jefe y su cuñado». ¿Y ellos no se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo adelante del negocio? se le preguntó entonces. «No, porque estaban las cortinas bajas, estaban escuchando el partido y no se ve para adelante», indicó.
¿Cuánto estiman que se llevaron de la caja registradora? le volvió a consultar EL CHUBUT. «Unos seiscientos pesos; el cambio directamente. No alcanzaron a llevarse nada más porque, como te decía, al verme que yo me fui hacia la cortina, se dieron cuenta de que atrás había más personas y entonces lo único que hicieron fue apurarse a sacar la plata de la caja e irse», consignó.
La muchacha afirmó después que uno de los malvivientes, el que pasó del otro lado del mostrador a sacar el dinero que había en la caja registradora, era menor. «El otro parecía mayor de edad. Un hombre grande», indicó. ¿Pudo haber habido un tercero afuera? insistió EL CHUBUT; a lo que la chica respondió: «Calculamos que sí, porque fue cuestión de segundos para que salieran y desaparecieran. Cuando ellos se fueron yo pegué un grito desde el mostrador, de que habían robado, y salió mi jefe y todos corriendo, pero ya no estaban. La Policía apareció en cuestión de minutos y no los encontraron».
Finalmente sostuvo: «Calculamos que pudieron haber andado en un vehículo, pero esperaron primero a que cerraran la puerta de la esquina, que el cliente entrara, que le cobrara, y cuando vieron la posibilidad de entrar, cuando se estaba haciendo la caja, lo hicieron».
El hecho ocurrió diez minutos antes de las nueve de la noche del domingo, según lo afirmó una de las víctimas, una joven que desde hace un año y medio dijo que trabajaba en la panificación y que era la primera vez que se veía involucrada en un robo a mano armada. Rieron dos los delincuentes que entraron a las instalaciones de Ameghino y avenida 9 de Julio. «Uno de ellos ingresó por detrás del mostrador y el otro apuntaba para que no nos movamos», explicó la empleada.
El atraco -que tuvo ribetes realmente dramáticos e intentó ser ocultado por las máximas autoridades de la Unidad Regional de Trelew- fue perpetrado -de acuerdo a lo que dijo haber observado la muchacha- por un sujeto mayor y un menor, ambos usando anteojos de sol. «Se llevaron toda la plata en cuestión de segundos. A los gritos nos decían que solamente querían la recaudación, que no nos iban a lastimar si no hacíamos nada, y así a los gritos nos pedían los celulares y las cosas que teníamos. Una de nosotras gritó que no teníamos nada porque estábamos trabajando, y que lo único que había era lo que estaba en la caja», contó.
Agregó después: «Tiraron al cliente al piso y lo hicieron arrodillar para que no lo vieran. Actuaron prácticamente a cara descubierta, con unos anteojos de sol, pero todo lo hicieron en cuestión de segundos», remarcó.
«Yo, de los nervios me empecé a mover -agregó- y uno me amenazó para que me quedara quieta, porque si no me iba a disparar, encañonándome con el arma. Atrás estaba mi jefe y su cuñado». ¿Y ellos no se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo adelante del negocio? se le preguntó entonces. «No, porque estaban las cortinas bajas, estaban escuchando el partido y no se ve para adelante», indicó.
¿Cuánto estiman que se llevaron de la caja registradora? le volvió a consultar EL CHUBUT. «Unos seiscientos pesos; el cambio directamente. No alcanzaron a llevarse nada más porque, como te decía, al verme que yo me fui hacia la cortina, se dieron cuenta de que atrás había más personas y entonces lo único que hicieron fue apurarse a sacar la plata de la caja e irse», consignó.
La muchacha afirmó después que uno de los malvivientes, el que pasó del otro lado del mostrador a sacar el dinero que había en la caja registradora, era menor. «El otro parecía mayor de edad. Un hombre grande», indicó. ¿Pudo haber habido un tercero afuera? insistió EL CHUBUT; a lo que la chica respondió: «Calculamos que sí, porque fue cuestión de segundos para que salieran y desaparecieran. Cuando ellos se fueron yo pegué un grito desde el mostrador, de que habían robado, y salió mi jefe y todos corriendo, pero ya no estaban. La Policía apareció en cuestión de minutos y no los encontraron».
Finalmente sostuvo: «Calculamos que pudieron haber andado en un vehículo, pero esperaron primero a que cerraran la puerta de la esquina, que el cliente entrara, que le cobrara, y cuando vieron la posibilidad de entrar, cuando se estaba haciendo la caja, lo hicieron».
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